Pan de molde sin gluten vegano semiintegral (sin mix comercial)

¡Felices Fiestas! Hoy os traigo una de las recetas que más me ha costado perfeccionar. Han sido muuuuuchos intentos, muchas harinas diferentes, distintas propociones, ¡pero por fin tengo la receta del pan de molde perfecto! Y sin usar preparados panificables comerciales, controlando nosotros/as los ingredientes que usamos, ¡y además queda taaan rico! Por cierto, os aconsejo que las harinas y los distintos ingredientes los compréis en una tienda llamada Smartfooding: https://www.smartfooding.com/?scaid=Fqrj27cq ¿Por qué? Porque tenéis un 10% de descuento en toda la tienda y envío gratis con el código SMARTVEGETAIRENE (¡gracias a la gente de Smartfooding por facilitarme el código y darnos la oportunidad a todos de tener acceso a estos productos!). Si pincháis sobre cada ingrediente, podréis ver dónde comprarlo. Sin más dilación, vamos a por la receta:


Ingredientes


Elaboración
  1. En un bol con tapa (como éste), mezclamos todos los ingredientes sólidos, excepto la sal (vamos a intentar que no contacten directamente la sal y la levadura, porque la sal puede provocar que la levadura muera o quede dañada). Para facilitar la tarea, yo uso una amasadora (las tenéis muy baratitas, como ésta), son ideales para las masas sin gluten, que son más pegajosas y difíciles de amasar.
  2. Vamos añadiendo poco a poco el agua tibia (no debe estar fría, pero tampoco demasiado caliente, que puedas meter el dedo y no te quemes) y seguimos amasando. Parte del agua la apartaremos en un vaso y aprovecharemos para disolver ahí la lecitina de soja (la lecitina viene en forma de granulado, así que si tenéis un robot de cocina, podéis pulverizarla antes para facilitar que se disuelva). Añadimos el vaso con la lecitina de soja diluida en agua.
  3. Cuando hayamos añadido todo, añadimos por último la sal y seguimos amasando durante unos 5 o 10 minutos más.
  4. Tapamos el bol con su propia tapa o con un paño de cocina, y dejamos que la masa doble su volumen en un sitio cerrado y húmedo (yo lo dejo dentro del horno apagado, así evito que haya corrientes de aire).
  5. Una vez que la masa ha doblado su tamaño, sacamos el bol del horno, ponemos el horno a precalentar a 220 grados y pasamos la masa a un molde en el que habremos colocado un papel de horno.
  6. Mientras el horno se calienta, tendremos la masa en el molde, lo tapamos con un paño de cocina y lo mantenemos en un sitio sin corrientes de aire.
  7. Cuando el horno ya esté caliente (yo lo dejo 15 minutos), pulverizamos un poco de agua o pintamos con un poco de aceite de oliva la superficie del pan, y metemos en el horno.
  8. Horneamos a 220 grados con calor arriba y abajo + ventilador (si tu horno no lo tiene, no pasa nada) durante 20 minutos (si ves que el pan está dorándose demasiado y adquiere un color marrón, pasa al punto siguiente aunque no hayan transcurrido los 20 minutos, ya sabes que cada horno es un mundo).
  9. Pasado este tiempo, bajamos la temperatura a 200ºC  y horneamos unos 25 minutos más.
  10. Sacamos el molde del horno y desmoldamos el pan.
  11. Dejamos que el pan se enfríe completamente sobre una rejilla antes de cortarlo. Es muy importante dejar que se vaya enfriando para que escape la humedad sobrante y para que la miga se termine de desarrollar.
  12. ¡Y listo! Ya podemos cortarlo e, incluso, congelarlo.
Como pequeño apunte, verás que la corteza queda un poco menos dorada que la de los panes comerciales. La explicación de esto es la ausencia de azúcar. Cuando los panes llevan azúcar entre sus ingredientes, el azúcar carameliza y da un tono dorado a la corteza. Por eso, al no llevar nada de azúcar, este pan queda con una corteza más blanca.

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